sábado, 24 de febrero de 2018

LO QUE SABEMOS DE LAS MUJERES (I)





            ¿Cuánto sabemos los hombres de la otra mitad del mundo? Pues probablemente mucho menos de lo que creemos y, desde luego, mucho menos de lo que necesitaríamos saber . Para que las cosas fueran mucho mejor entre nosotros, digo: más estimulantes, más equilibradas,  más divertidas, más enriquecedoras,  más gratificantes en suma.
            El otro día, por San Valentín precisamente, me regalaron unas entradas mis hijos, ¡con un par!, para que invitara a su madre, mi mujer, y fuéramos juntos, se conoce que ellos también habían estado con sus parejas, para ver, precisamente, “Lo que sé de las mujeres”, del brillante monologuista Fernando García-Torres, en la “Chocita del Loro” de la Gran Vía madrileña. Y el local, no tan pequeño, estaba atestado hasta los topes de parejas. Con ganas de saber también, supongo. Y de pasárselo bien, claro. Y de ambas cosas nos llevamos llena la mochila.


            Me sorprendió y me dio mucho que pensar una de las brillantes “enseñanzas” de este monologuista sevillano-catalán al que le auguro una brillante trayectoria. Decía el cómico: “Las mujeres son más inteligentes, más complejas, pero los hombres somos más simples, más felices”. Si esto fuera verdad, ¿será por esa simpleza que se nos atribuye? Ponle a un hombre una buena cerveza, un partidito de fútbol en la tele con los amigos y, sobre todo, a su mujer guapa, y dispuesta, para después, para la noche, y tendrás al hombre más feliz del mundo.
            Pero, ¿y qué pasa con las mujeres? Pues que, tal vez, todo se complica. Pero ¿por qué todo se complica, nos preguntamos los hombres? Pues porque, nos decía el cómico, en su cabeza hay muchas cosas más: su hijo que ha suspendido matemáticas, la asistenta que no ha venido esa mañana, el frigorífico que está medio vacío, su madre que está triste y, sobre todo, tú, su pareja, que no le has dicho nada agradable hoy. Ni san siquiera quizá te hayas dado cuenta de su situación. Poner todos esos astros en línea es complicado, claro.  Sobre todo si el astro principal, que eres tú, estás mirando hacia otro lado.
            Pero, cuando el universo se alía contigo, o, mejor, tú más bien con él, y tienes a tu mujer contenta, la alegría, y la generosidad, y la vida, y la felicidad, que puede darte una mujer así, es incomparable…
            Como decía, salimos todos de allí felices y contentos. ¡Y con las pilas puestas! Hasta que la propia vida y sus circunstancias y desgastes, nos conviertan otra vez, como decía André Maurois, en dos barquitas en el mar, que cuando intentan acercarse chocan por las olas…
             Pero, afortunadamente, pienso yo también,  siempre nos quedarán remansos como la Chocita del Loro, donde reinventarse, donde venir a aprender, y a recordar, por qué un día nos elegimos como la mejor opción posible.


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