domingo, 8 de junio de 2014

LOS DIAS VENCIDOS





LOS DIAS VENCIDOS




Hoy, quién sabe por qué, se ha puesto a hurgar en aquellos días. Aquellos días  que ya solo son, piensa para sus adentros mientras desempolva las fotos, lo que quieran ser nuestros recuerdos.  Y nadie más.
Ha seleccionado para ello, minuciosamente,  con precisión de relojero, y paciencia de santo, una banda sonora de aquella época. Pero sólo suya, de ellos. Y también de aquel tiempo, claro.
 Mientras se queda con esa palabra en su boca – época- que suena a historia y lejanía. Pero también, ay, a tiempo acrisolado, duradero, casi perenne, grabado a fuego en su memoria, y quién sabe si también en su corazón.
Qué más da. Ya no quedan las flores. Ni tan siquiera el perfume de lo que fuimos. Piensa. Solo un vago aroma. Una luz extraña que dora las esquinas, los contornos, de una cálida, y diferente, melodía.
El pasado es lo que fue, reflexiona. O lo que ahora, sueña,  quisiéramos que hubiera sido.
Pero el pasado es lo único que tenemos. Entre el presente que se nos escapa como agua entre las manos y el futuro, incierto, que nos espera  con su misteriosa faz, a la vuelta de la esquina.
El, cuando tiene dudas, o penas o, tal vez, solo aburrimiento, acude a su pasado. A aquellos días vencidos ya.  Derrotados de guerras que no existen hoy. O laureados en victorias que, ahora, no tienen sentido.
Hasta que acierta a encontrarse  con lo que fue.  Con lo que cree él que entonces fue.  Con lo que fueron él y las personas que nutren su nostalgia.
Ultimamente, cuando todo se le cae en pedazos, se acuerda de los días vencidos. Aquellos que ya no tienen nadie  que se acuerde de ellos.  Pero que tenían un afán, una ilusión que los llenaban.
Y entonces él descubre que esa energía sigue ahí, intacta. Al otro lado de las fotos y de las canciones que ya nadie ve ni  escucha.
Solo esperando que alguien se enchufe a su corriente. A la corriente de cuando fuimos más jóvenes. Y, por ello, más inocentes. Más bondadosos. Más generosos, porque teníamos mucho menos que perder.
No es que él se quede anclado en su pasado. No. Solo es que, para lanzarse de lleno al futuro que llega, a veces necesita  flexionar las piernas y apoyarse en todo lo que él fue. En todo lo que él alguna vez sintió.  En todo lo que alguna vez amó con todas sus fuerzas.
Y saltar hacia delante.
Es su manera de sentirse bien. Y más fuerte que nadie.
Luego, cierra el álbum de fotos y apaga la música.
Y abre la ventana para que lo inunde la luz maravillosa de este verano que se acerca.
Otro verano más. Como aquellos veranos que han quedado guardados en su memoria.

 https://www.youtube.com/watch?v=pMT1cCD5EHs

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